Si eres de los que ya tiene el voto decidido, de los que siempre vota a los mismos, de los que vota de ‘forma útil’ o ‘en contra de’ o si eres de los que piensa que da igual uno que otro, esta entrada no es para ti.
Si eres de los que piensa que el político es corrupto e inmoral por naturaleza, porque es el propio sistema representativo el que corrompe, si eres de los que está harto, de los que se queja en voz alta y no sabe que hacer, si no te sientes representado por ninguna fuerza política, si eres de los que vota porque es tu derecho, pero dejas la papelera en blanco o la anulas voluntariamente, si piensas que desde el sofá de casa no se arreglan las cosas, esta entrada es para ti.
Manifiesto
Muchos ciudadanos nos sentimos descontentos con la clase política. Demasiado a menudo hemos de asistir a debates estériles alejados de las situaciones que verdaderamente nos preocupan, a campañas electorales llenas de mensajes vacíos, con promesas que se rompen sistemáticamente y sin ningún pudor. Sufrimos las consecuencias de una gestión pésima del dinero público sin que nadie quiera asumir responsabilidades. Nos sentimos utilizados cuando sólo se acuerdan de nosotros cada cuatro años. Periódicamente, tenemos que escuchar insultos y descalificaciones que rápidamente se olvidan cuando de lo que se trata es de formalizar un pacto para repartirse concejalías, consejerías o ministerios. Nos vemos impotentes contemplando cómo se huye de la pluralidad de alternativas, manteniendo los privilegios de los partidos de siempre. En definitiva, estamos cansados de tener que convivir con la sensación de que nos toman el pelo.
Ante esta situación, muchos ciudadanos han querido mostrar su malestar mediante el voto en blanco, el voto nulo o la abstención. Estas opciones, sin embargo, han resultado ineficaces por dos razones:
a) Su escasa repercusión mediática, a pesar de las cifras nada despreciables que han llegado a alcanzar.
b) Su indefinición, debido a que la normativa electoral no asigna ninguna representación ni significación concreta a estas opciones y eso hace que cualquier significado que se les quiera atribuir se difumine entre los muchos posibles (voto de castigo, voto de conformidad, indiferencia, indecisión, olvido, consigna política...).
Para dar una respuesta a esta situación, un grupo de ciudadanos hemos decidido concurrir a las elecciones con la intención de dejar vacío cualquier escaño que pudiéramos llegar a alcanzar, renunciando a todo tipo de remuneración personal derivada de este hecho.
Con la puesta en marcha de esta iniciativa, pretendemos:
a) Hacer visible, de manera inequívoca, el descontento con la clase política de una parte importante de la ciudadanía que no se siente representada.
b) Captar la atención de los medios de comunicación y de la sociedad en general con una acción original e innovadora, al tiempo que democrática, que contribuya así a generar un debate público centrado en el déficit de nuestro sistema de representación.
c) Presionar la clase política y sus partidos para que se esfuercen mucho más en desarrollar su actividad con ética y respeto, promoviendo iniciativas de gobierno y legislativas que fomenten la participación de los ciudadanos más allá de los comicios que se celebran cada cuatro años.
El final de este proceso debería conducir a una necesaria modificación de la ley electoral, en el sentido de reconocer el derecho de los electores a hacer uso de un tipo de voto específico y exclusivo pensado para todos aquellos ciudadanos demócratas que, descontentos con el trabajo de sus representantes, no encontraran en ninguna lista electoral una alternativa que les satisficiera. Este voto debería ser computado como el de una candidatura más y, en caso de conseguir alguna representación, ésta debería materializarse en forma de escaños vacíos. Escaños en Blanco se disolverá cuando este objetivo haya sido alcanzado.
ESCAÑOS EN BLANCO