domingo, 3 de abril de 2011

Gorrones en el bar…

Como cada mañana he desayunado un croissant y un café con leche mientras leo el periódico. Nada extraño, salvo un tipo en el otro lado de la barra. También pide un café con leche, pero veo que se trae el croissant de una panadería cercana. Los dueños del bar le sueltan un ‘que aproveche’ de forma educada aunque intuyo, algo socarrona.
Aunque es la primera vez que me lo encuentro desayunando, no es la primera vez que veo en el bar donde almuerzo alguien que se trae su bocadillo o fiambrera de casa, pidiendo la bebida para poder ocupar una mesa, incluso de la terraza. Ignoro si a los dueños del bar les molesta o se conforman con servir la bebida, pero no deja de sorprenderme la actuación de estos ‘gorrillas’ y a mí los pequeños detalles siempre me hacen reflexionar.

En algunos países se ve con total normalidad llevarse la comida que ha sobrado, una práctica que aquí todavía nos da algo de reparo. Sólo el más despierto se atreve a pedir las sobras para su perro, aunque eso seguro irá cambiando con los años. De hecho, ya es habitual que el propio camarero te traiga en una bolsa bien chula la botella de vino para que te la termines tranquilamente en casa y evites así un disgusto en la carretera.
Pero una cosa es llevarte lo que has pagado y otra es traerte de casa la que no quieres pagar.

Hay personas que viven aisladas y se despreocupan por completo de lo que pasa a su alrededor. Tal vez piensan que no hacen daño a nadie y que tienen todo el derecho del mundo, pero la verdad es que incomodan, aunque sólo sea por vergüenza ajena. Recuerdo ese compañero de trabajo que recargaba el móvil en la oficina para no gastar en casa, o ese conductor que se pegó a mi coche para esquivar la barrera del peaje, o aquel amigo tan despistado que siempre se iba sin pagar, o ese pasajero que se cuela en el metro sin marcar su tarjeta (no me refiero a los días de partido, que es imposible llegar a la maquinita, eh?) y mil ejemplos más que ahora no recuerdo. Bueno sí, los que se descargan música ‘gratis’ en Internet. Hablo en tercera persona para no tener problemas con la SGAE, pero mira por donde, criticando, criticando, a ver si el gorrilla voy a ser yo. Que apuro…

Y es que pocas veces nos paramos a pensar si nuestras actitudes pueden molestar a nuestros vecinos, tan sólo cuando nos afectan directamente y somos nosotros los perjudicados, protestamos y gritamos injusticia. Cuando a uno le roban una idea y esa idea la aprovecha una gran empresa, sin otra intención que la de lucrarse, la rabia y la impotencia refuerzan cierto espíritu vengador. Pero es entonces cuando aprendemos la lección y si no queremos que esos ‘gorrillas’ se aprovechen de nuestro trabajo, lo mejor es que nosotros no nos aprovechemos del trabajo de terceros, por lo menos, no sin contar con el consentimiento del autor.


3 comentarios:

  1. es que pimienta en ojo ajeno, es solo pimienta.
    el problema de la humanidad es justamente este, la medida de las cosas se valora con el propio ombligo. ¡¡Cuánta miopía!!

    Fíjate cómo cambia el sentido del mismo hecho en función del pronombre:
    "Ellos son gorrones". "Tu eres listillo", "Yo soy espabilado".
    "Ellos son aprovechados". "Tu eres desvergonzado". "Yo soy ahorrador".
    etc, etc. etc

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  2. Yo he ido con el bocata al bar y me he pedido la bebida y el café. Hace muchisimo, pero lo reconozco, nada como el bocata de la mama...
    Nunca lo he visto como un acto de garrapa, no sé, al revés, iba al bar y les consumía.
    Imagino que ellos también prefieren servir un refresco y un café a no servir nada.
    (si estuviera lleno y mi sitio lo ocupase otro que conosumiera más vale, pero no suele ser el caso).
    Además si preguntas suelen dar el consentimiento.
    En los bares de poligono industrial lo de llevarse el bocata de casa suele ser más común, el porqué es una buena pregunta sobre la que podríamos reflexionar.
    Eso si, lo del croissant lo veo exagerado, si fuera una caña de chocolate aún !!! jeje
    arturete

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  3. Bueno, tal vez el hombre era celíaco y el croissant de esos sin gluten, jeje... Mi reflexión va más encaminada a criticar a los que se aprovechan del trabajo ajeno. Yo creo que poniendo la fuente ya es suficiente, pero si lo haces para una actividad lucrativa, creo que se debe solicitar permiso al autor. Es algo muy simple y no valoramos por el poco esfuerzo que supone un copiar-pegar. Pero cuando nos roban la idea a nosotros, la perspectiva cambia y se valora de forma distinta. Si el robo se consolida, no te preocupes que contaré los detalles en mi Blog. De momento, estoy con líos de patentes.
    Un abrazo.

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